GABRIELA MISTRAL |
En el día de hoy, 7 de Abril de 2019, se cumplen 130 años del nacimiento de la gran poeta GABRIELA MISTRAL, me estaba barruntando la idea de hacer un escrito en este, mi blog, para hacerme eco de dicho acontecimiento.
Mi hijo entenado Esteban SALINERO MONTECINOS, ha puesto en mi conocimiento que en el libro "TALA" de dicha autora, hay un poema en el que figura un recuerdo a la Ciudad Condal, que con sumo gusto lo transcribo a continuación, pero antes me permito poner en contexto esta poesía.
Mi hijo entenado Esteban SALINERO MONTECINOS, ha puesto en mi conocimiento que en el libro "TALA" de dicha autora, hay un poema en el que figura un recuerdo a la Ciudad Condal, que con sumo gusto lo transcribo a continuación, pero antes me permito poner en contexto esta poesía.
Es
importante situar su libro “TALA” en su año de edición 1938,
preludio de lo que fue la horrible Guerra Civil Española, pero mejor les
transcribo lo que Gabriela Mistral escribió como razón de este libro:
“Alguna
circunstancia me arranca siempre el libro que yo había dejado para las Calendas
por dejadez criolla. La primera vez el Maestro Onís y los profesores de español
de Estados Unidos forzaron mi flojedad y publicaron Desolación; ahora entrego
Tala
por no tener otra cosa que dar a los niños españoles dispersados a los cuatro
vientos del mundo.
Tomen
ellos el pobre libro de mano de su Gabriela, que es una mestiza de vasco, y se
lave Tala
de su miseria esencial por este ademán de servir, de ser únicamente el criado de
mi amor hacia la sangre inocente de España, que va y viene por la Península y
por Europa entera.
Es
mi mayor asombro, podría decir también que mi más aguda vergüenza, ver a mi
América Española cruzada de brazos delante de la tragedia de los niños vascos.
En la anchura física y en la generosidad natural de nuestro Continente, había
lugar de sobra para haberlos recibido a todos, evitándoles la estada en países
de lengua imposible, en climas agrios y entre razas extrañas. El océano esta
vez no ha servido para nuestra caridad, y nuestras playas, acogedoras de las
más dudosas emigraciones, no han tenido un desembarcadero para los pies de los
niños errantes de la desgraciada Vasconia. Los vascos y medio vascos de la
América hemos aceptado el aventamiento de esas criaturas de nuestra sangre y
hemos leído, sin que el corazón se nos arrebate, en la prensa de cada mañana,
los relatos desgarrantes del regateo que hacían algunos países para recibir los
barcos de fugitivos o de huérfanos. Es la primera vez en mi vida en que yo no
entiendo a mi raza y en que su actitud moral me deja en un verdadero estupor.
La
grande argentina que se llama Victoria Ocampo y que no es la descastada que
suele decirse, regala enteramente la impresión de este libro hecho en su Editorial
SUR. Dios se lo pague y los niños españoles conozcan su alto nombre.
En
el caso de que la tragedia española continúe, yo confío en que mis compatriotas
repetirán el gesto cristiano de Victoria Ocampo. Al cabo Chile es el país más
vasco entre los de América.
La
“Residencia de Pedralbes”, a la cual dediqué el último poema de Tala,
alberga un grupo numeroso de niños vascos y a mí me conmueve saber que ellos
viven cobijados por un techo que también me dió amparo en un invierno duro. Es imposible
en este momento rastrear desde la América las rutas y los campamentos de
aquellas criaturas desmigadas en suelo europeo. Destino, pues, el producto de
Tala a las instituciones catalanas que los han recogido dentro del territorio,
de donde ojalá nunca hubiesen salido, a menos de venir a la América de su
derecho natural.”
RECADO
PARA LA "RESIDENCIA DE PEDRALBES" EN CATALUÑA
La
casa blanca de cien puertas
brilla
como ascua a mediodía.
Me
la topé como a la Gracia,
me
saltó al cuello como niña.
La
patria no me preguntaron,
la
cara no me la sabían.
Me
señalaron con la mano
lecho
tendido, mesa tendida,
y
la fiebre me conocieron
en
la cabeza de ceniza.
La
palma entra por las ventanas,
el
pinar viene de las colinas,
el
mar llega de todas partes,
regalándome
Epifanía.
La
tierra es fuerte como Ulises,
el
mar es fiel como Nausica.
Me
miran blando las que miran;
blando
hablan, recto caminan.
No
pesa el techo a mis espaldas,
no
cae el muro a las rodillas.
El
umbral fresco como el agua
y
cada sala como madrina;
la
hora quieta, el muro fiel,
la
loza blanca, la cama pía.
Y
en silla dulce descanasando
las
Noemíes y las Marías.
De
Cataluña es la aceituna
y
el frenesí del malvasía;
de
Mallorca son las naranjas;
de
las Provenzas, el habla fina;
de unas
manos que no se ven
son los panes de tierna miga
donde la Francia ya se acaba
y no comienza Andalucía.
Los
días son fieles y francos
y
más prieta la noche fija.
Por
los patios corre, en espejos
y
en regatos, la mocería.
El
silencio después se raya
de
unos ángeles sin mejillas,
y
en el lecho la medianoche,
como
un guijarro, mi cuerpo afila.
Hacía
años que no paraba,
y
hacía más que no dormía.
Casas
en valles y en mesetas
no
se llamaron casas mías.
El
sueño era como las fábulas,
la
posada como el Escita;
mi
sosiego la presa de agua
y
mis gozos la dura mina.
Pulpa
de sombra de la casa
tome
mi máscara en carne viva.
Pasión mía que la recuerden,
espalda mía me la sigan.
Pene
en los largos corredores
mi caminar de cierva herida,
y
la oración, que es la Verónica,
tenga
mi faz cuando la digan.
¡Volteo
el ámbito que dejo,
miento
el techo que me tenía,
marco
escalera, beso puerta
y
doy la cara a mi agonía!
Gabriela Mistral, del libro: "Tala" 1938.
Por si alguno de Ustedes, amables lectores, no conoce quién fue Gabriela Mistral, vaya esta brevísima biografía:
Otra poesía que hace referencia a Catalunya, inserta en el mismo libro es:
MUJERES
CATALANAS
“Será
que llama y llama vírgenes
la
vieja mar epitalámica;
será
que todas somos una
a
quien llamaban Nausicaa”.
“Que
besamos mejor en dunas
que
en los umbrales de las casas,
probando
boca y dando boca
en
almendras dulces y amargas”.
“Podadoras
de los olivos,
y
moledoras de almendrada,
descendemos
de Montserrat
por
abrazar la marejada”.
Por si alguno de Ustedes, amables lectores, no conoce quién fue Gabriela Mistral, vaya esta brevísima biografía:
Gabriela
Mistral (Lucila Godoy Alcayaga) nació en Vicuña en pleno Valle de Elqui (Chile)
un 7 de Abril de 1889. Ejerció de maestra en escuelas rurales de su provincia,
para más tarde hacerlo en diversos establecimientos educacionales del
territorio nacional de Chile (Traiguén, Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas,
Temuco y Santiago). A los 25 años obtuvo el premio de los Juegos Florales de
Santiago por su trilogía de Los sonetos
de la muerte, lo cual fue su consagración en el mundo literario.
En
1922 viajó a México, colaborando en planes de enseñanza en las misiones rurales
e indígenas y en los programas de reforma educacional del Ministro José
Vasconcelos. Allí empezó lo que algunos vienen en llamar “extranjería de vagabunda voluntaria”, viajando por diversos países
y continentes, permaneció varios años en París, representando a Chile en el
Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, también cumplió trabajos
consulares en España, Portugal, Brasil, México, Italia y Estados Unidos.
Gabriela Mistral recibiendo el Premio Nobel (1945) |
Su
obra poética no es muy extensa, pero si muy intensa: Desolación (1922), Ternura
(1924), Tala (1938), Lagar (1954), Poema de Chile (1967 publicación póstuma). Además escribió
artículos en periódicos y revistas tanto de Chile como de América y Europa,
dando origen a sus célebre “Recados”.
Con
56 años en 1945 la distinguieron con el Premio Nobel de Literatura “por una poesía lírica inspirada en poderosas
emociones y por haber hecho de su nombre un símbolo de las aspiraciones
idealistas de todo el mundo latinoamericano”. En 1951 Chile le concedió el
Premio Nacional de Literatura.
Gabriela
Mistral falleció en Long Island, Nueva York. EE.UU. el 10 de Enero de 1957. Por
su voluntad testamentaria, sus restos mortales descansan en la aldea de
Montegrande en su Valle de Elqui, que la vió nacer 67 años antes.
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