sábado, 27 de febrero de 2021

¿CUÁNTOS AÑOS TIENES?

Ayer fue el día de mi cumpleaños, o de aniversario, como quieran llamarlo. Tal vez por la pandemia del COVID-19, pasó desapercibido para muchos, esos muchos que te saludan previamente alertados por las redes sociales, como si estuvieran bajo una obligación de enviarte un saludo o felicitación. A los que sí realmente importas, te felicitan, sin falta, con el sincero cariño y la afectuosidad correspondida.

 

Recuerdo que de joven, apenas recibías felicitaciones para el día del cumpleaños. Nadie sabia exactamente el día del aniversario, a excepción naturalmente de los padres, hermanos, primos hermanos; en definitiva de la familia más allegada. Tenías, no obstante un día en que todos te felicitaban, era el día de la onomástica, ese día no pasaba desprevenido para nadie, entre otras cosas, porqué se publicaba en casi todos los calendarios. En aquella época la gente colgaba los calendarios, con hojas mensuales o diarias, en lugares distinguidos, el comedor, la cocina, e incluso en algún dormitorio detrás de la puerta que yo había observado más de uno. En todos, en la cuadrícula que separaba los días y debajo de cada cifra, figuraba el santo del día, la onomástica. Entonces era obvio que todos se percataban de que era San José (que había sido festivo muchos años) y pasaban a saludarte personalmente, raras veces por teléfono, a no ser que hubiera cierta distancia de por medio.

 

©QUINO

Lo que sí resulta incómodo es cuando la curiosidad de la gente les empuja a preguntar ¿Cuántos años cumples?. Ohh!! Me incomoda enormemente esta interrogación. Mi padrino Andreu, que murió en Sabadell (Barcelona) hace escasamente seis meses con sus 96 años a su espalda (Q.E.P.D.), nunca decía su edad, tampoco le gustaba que lo felicitaran por su cumpleaños, quizás es porqué no quería hacerse viejo, siempre se sentía joven y útil. Arregló relojes de pared y de mesa antiguos, hasta que sus fuerzas se lo permitieron; verdaderas reliquias de anticuario, no en balde los más importantes anticuarios le confiaban los relojes inactivos, con serios desperfectos en su maquinaria, para que él los arreglara y efectivamente los devolvía funcionando correctamente. Siempre se mantuvo activo, hasta que la vista y su cuerpo en general se fue deteriorando.

 

Concluyo, que más da la edad que uno tiene, a quién le importa, una simple curiosidad que puede llevar a ciertos prejuicios, inadecuados e inoportunos la mayoría de las veces. Qué más da!! La edad es simplemente la que uno piensa, la que uno siente, sin más. Como epílogo a cuanto les digo, no hay mejor conclusión que unas doctas palabras, una poesía de un gran escritor y poeta. Premio Nobel de Literatura 1998:

 

¿Qué cuantos años tengo?

 

¡Qué importa eso!

¡Tengo la edad que quiero y siento!

La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso.

Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso o a lo desconocido…

Pues tengo la experiencia de los años vividos

y la fuerza de la convicción de mis deseos.

 

¡Qué importa cuántos años tengo!

¡No quiero pensar en ello!

Pues unos dicen que ya soy viejo

otros «que estoy en el apogeo».

Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice,

sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte.

 

Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso,

para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos,

rectificar caminos y atesorar éxitos.

Ahora no tienen por qué decir:

¡Estás muy joven, no lo lograrás!…

¡Estás muy viejo, ya no podrás!…

 

Tengo la edad en que las cosas se miran con más calma,

pero con el interés de seguir creciendo.

Tengo los años en que los sueños,

se empiezan a acariciar con los dedos,

las ilusiones se convierten en esperanza.

 

Tengo los años en que el amor,

a veces es una loca llamarada,

ansiosa de consumirse en el fuego de una pasión deseada.

y otras… es un remanso de paz, como el atardecer en la playa..

 

¿Qué cuántos años tengo?

No necesito marcarlos con un número,

pues mis anhelos alcanzados,

mis triunfos obtenidos,

las lágrimas que por el camino derramé al ver mis ilusiones truncadas…

¡Valen mucho más que eso!

 

¡Qué importa si cumplo cincuenta, sesenta o más!

Pues lo que importa: ¡es la edad que siento!

Tengo los años que necesito para vivir libre y sin miedos.

Para seguir sin temor por el sendero,

pues llevo conmigo la experiencia adquirida

y la fuerza de mis anhelos

 

¿Qué cuántos años tengo?

¡Eso!… ¿A quién le importa?

Tengo los años necesarios para perder ya el miedo

y hacer lo que quiero y siento!

Qué importa cuántos años tengo.

o cuántos espero, si con los años que tengo,

¡¡aprendí a querer lo necesario y a tomar, sólo lo bueno!!

 

José de Sousa Saramago

(1922-2010)

Doctor Honoris Causa por la Universidad de Santiago de Chile

(USACH) (2000)

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