Un servidor: - Buenos días, tienen algún libro de
fábulas?
Empleado: - Buenos días, pues no, no
tenemos ninguno.
Esa
fue mi búsqueda infructífera en algunas de las más importantes librerías de
Barcelona. Durante una semana estuve buscando un libro de fábulas, para
llevárselo de obsequio al hijo de mi sobrina. Después de mucho buscar encontré
uno por casualidad, pues de los dos ejemplares, sólo disponían de uno para su
venta, puesto que el otro tenía la tapa deteriorada.
Con
ello me he dado cuenta que en la actualidad las fábulas no están de moda,
cuando en el pasado, recuerdo que era una de las lecturas cotidianas y bien
recibidas por los escolares.
Cómo
las fábulas no están de moda !!. Acaso son una moda?.
Qué
es una fábula?. Es una narración literaria en prosa o en verso, en que con
un sentido didáctico, se da una enseñanza útil o moral.
Cómo
decía Platón: “¡Qué!, ¿no sabes tú que lo primero que se hace con los
niños es contarles fábulas?
El
conocimiento de las fábulas es antiquísimo, las hay de muy primitivas como de
origen hindú, contenidas en el libro Del Panchatantra,
Del Hipopadeza o Del Calila y Dimna. Tal vez las más conocidas son las
griegas de Esopo. Y también las latinas debidas a Horacio, Fedro,
Babrio o de Flavio Aviano.
Capítulo
aparte son las fábulas españolas de Pedro Alfonso, Juan Manuel, Juan Ruiz,
Juan de Matos Fragoso, Pablo de Jérica y las famosísimas de Félix María
de Samaniego, Tomás de Iriarte o Ramón de Campoamor.
También
muy populares son las fábulas francesas de Jean de La Fontaine, Jean Pierre
Clapis de Florian, Aloysius Bertrand, Emile de la Bedollière, Anatole France,
André Gide o Antoine de Saint-Exupéry.
De
Alemania tenemos las de F¿Gotthold Ephraim Lessing, Jacob y Wilhelm Grimm,
J.W. Goethe, Franz Kafka o Bertolt Brecht.
De
Inglaterra, las más célebres fábulas pertenecen a John Gay, William Somerset
Maugham, Lord Dunsany y George Orwell.
Otros
fabulistas europeos son el ruso León Tolstoi y el italiano Trilussa.
Por
lo que se refiere a Norteamérica, el más destacado es sin duda Mark Twain.
Finalmente
tenemos al continente Hispanoamericano en que son muchos los escritores
destacados como fabulistas, así tenemos por orden alfabético: Juan Rafael
Allende, Enrique Anderson Imbert, Daniel Barros Grez, Andrés Bello, Rafael
Emiliani, Rafael García Goyena, Adolfo Montiel Ballesteros, Rafael Pombo, Luis
A. Román, Domingo Sasso, León Sigüenza, Alvaro Yunque y Luis Andrés Zúñiga, entre
otros muchos.
Mas
como nos dice Chesterton “Ya sea que las fábulas comenzaran con Adán o con
Esopo; que fueran germanas o medievales, como Reynard el Zorro, o francesas y
del Renacimiento, como las de La Fontaine, el resultado, en todas partes, es
esencialmente el mismo: que la superioridad es insolente porque es siempre
accidental; que el orgullo precede a la caída; que algunas veces se tiene
demasiada astucia. No se hallarán otras leyendas sino éstas grabadas en las
rocas por la mano del hombre. Hay fábulas de diversas clases y épocas, pero con
una sola moral, porqué de todas las cosas se deduce una moral única”.
-
¿Cómo
es que con tantos literatos que han escrito fábulas, no encuentre un solo libro
de fábulas?.
Muchas
fábulas, algunas con distintas historias, se repiten en su moraleja. Una de las
que más se ven en diferentes partes del mundo, es la que su moraleja viene a
ser algo así como: “No hagas cálculos
acerca de lo que no tengas certeza”
Un
buen ejemplo de ello lo tenemos en la famosa fábula de Esopo, también
versionada por Juan Manuel en el siglo XIV y en verso a cargo de Félix María de
Samaniego (1745-1801):
La Lechera
Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado
que va diciendo a todo el que lo
advierte:
¡yo sí que estoy contenta de mi suerte!
Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento
que alegre le ofrecía
inocentes ideas de contento.
Marchaba sola la feliz lechera
y decía entre sí de esta manera:
-Esta leche, vendida,
en limpio me dará tanto dinero;
y con esta partida,
un canasto de huevos comprar quiero
para sacar cien pollos, que la estío
me rodeen cantando el pío-pío.
“Del importe logrado
de tanto pollo, mercaré un cochino:
con bellota, salvado,
berza y castaña, engordará sin tino;
tanto, que puede ser que yo consiga
el ver cómo le arrastra la barriga.
“Llevarélo al mercado,
sacaré de él, sin duda, buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero
que salte y corra toda la campaña,
desde el monte cercano a la cabaña.
Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre lechera!
¡Que compasión! ¡Adiós, leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero!
¡Oh loca fantasía!
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría,
no sea que saltando de contento
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre tu cantarilla la esperanza.
No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.
No anheles impaciente el fin futuro:
mira que ni el presente está seguro.
En otras
palabras, no es bueno hacer castillos en el aire, imaginar o soñar algo
imposible; en suma, hacerse ilusiones.
Bien,
lo cierto es que, al final conseguí dar culminación a mi empeño y encontré el
tan buscado libro de fábulas, me costó, pero lo conseguí. Aunque previamente
tuve que explicarle al empleado de la librería, lo que es una fábula.